Invertir en la prevención es una decisión financiera sensata

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Woman holding young child in her arms
©Getty Images/sanjeri

Es imposible expresar en términos monetarios las pérdidas que han sufrido las familias del país debido a la adicción y la crisis de sobredosis. Una vida que se pierde por una sobredosis es irreemplazable, y el costo en términos de felicidad, éxito y bienestar de quienes son adictos es similarmente abrumador e incalculable. Sin embargo, los fondos son limitados, y las decisiones de salud pública implican costos. Cuando los legisladores y los líderes comunitarios pueden traducir los beneficios humanos de medidas eficaces de tratamiento y prevención y expresarlos en una forma cuantificable de retorno sobre la inversión, esa información puede servir como palanca para modificar las políticas de salud pública.

Recientemente, un grupo de investigadores financiados por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) publicó en la revista Prevention Science un análisis de los costos que incurrieron los contribuyentes al sistema de salud en Carolina del Norte por servicios hospitalarios posiblemente relacionados con conductas de alto riesgo en pacientes de entre  9 y 18 años (es decir, preadolescentes y adolescentes) en 2012. Los cargos incluían atención por lesiones causadas por actos de violencia, accidentes o intoxicación; atención relacionada con la actividad sexual, el consumo de drogas o trastornos psiquiátricos, y cargos relacionados con suicidios o lesiones autoinfligidas.

Los investigadores hallaron que esos cargos sumaron más de $327 millones y representaron más del 10% de todos los cargos relacionados con hospitales. Las conductas de alto riesgo asociadas con estos costos pueden prevenirse con intervenciones psicosociales, entre las que se cuentan programas de prevención basados en la familia. Los pediatras y terapeutas familiares que fueron encuestados en el estudio apoyaron la evaluación y la derivación a prevención, pero citaron posibles dificultades con el reembolso de estos servicios, además de la falta de capacitación y la falta de redes de derivación entre ambos grupos de profesionales. Los pediatras también mencionaron preocupación por la posibilidad de que los pacientes no efectivicen la derivación, y sugirieron que contar con terapeutas familiares en las clínicas pediátricas podría ser útil.

La prevención primaria —incluida la evaluación e intervención antes de que se produzcan desenlaces negativos de salud— es relativamente económica, y las conductas de riesgo que intenta reducir son tan costosas para el sistema de cuidado de la salud que resulta pasmosamente dispendioso no asegurar que la evaluación y la derivación a tratamiento se implementen con facilidad y sean reembolsadas fielmente por las aseguradoras, y que las intervenciones sean prácticas para padres e hijos.

La reducción de las conductas de alto riesgo disminuiría la carga en muchos sectores de la sociedad, no solo en el área de la salud, que fue el enfoque exclusivo del análisis recientemente publicado. Mayores inversiones en la prevención de esas conductas en los jóvenes generarían ahorros en la seguridad pública, en el sistema de justicia penal y en las áreas de salud conductual y educación, entre otras.

Este es un tema común en la investigación de los beneficios y costos de la prevención. Se ha hallado o estimado que algunos programas diseñados para prevenir el consumo de sustancias y otros problemas conductuales en los adolescentes son inversiones asombrosamente buenas. Por ejemplo, una intervención en la niñez temprana llamada Nurse Family Partnership, en la que enfermeros especialmente capacitados visitan a madres primerizas durante el embarazo y los dos primeros años de vida del hijo, demostró ahorrar $2.88 por cada dólar invertido, según un análisis realizado por el Washington State Institute for Public Policy; el mismo análisis halló que un componente de una intervención basada en la escuela primaria, llamado Good Behavior Game, les ahorró a los contribuyentes $25.92 por cada dólar.

Otro ejemplo es el sistema de prevención Communities That Care, creado hace tres décadas y objeto de muchos ensayos aleatorios que siguen a los participantes hasta bien entrados en la adultez. Communities That Care no es una intervención única de prevención sino una estrategia estructurada que ayuda a las comunidades a utilizar sus recursos de la manera más eficaz y abordar los factores identificados de riesgo para el consumo de drogas, la agresión y otros problemas en los jóvenes. Un análisis reciente reveló que una inversión de aproximadamente $602 por niño (ajustados a dólares de 2017) había generado un ahorro de aproximadamente $7754 para cuando los participantes cumplieron 23 años, un retorno de $12.88 por cada dólar invertido. Los investigadores estimaron que esos ahorros se distribuyeron entre los propios individuos/familias, los contribuyentes y otras partes interesadas. El retorno creció más del doble cuando se tomaron en cuenta los beneficios económicos derivados de completar estudios universitarios, algo más probable entre quienes recibían intervención. 

La prevención es hoy más necesaria que nunca. El fentanilo está permeando la provisión de drogas ilícitas y causando una cantidad aún mayor de muertes por sobredosis. Se lo encuentra cada vez más en pastillas recetadas falsificadas, que posiblemente tomen jóvenes y otras personas que no han tenido una exposición previa a los opioides. En 2020, las muertes por sobredosis de fentanilo entre los adolescentes se dispararon por primera vez a casi el doble de lo que habían sido en años anteriores.  

Las comunidades, las escuelas y los sistemas de cuidado de la salud ya tienen a su disposición herramientas sólidamente convalidadas por la ciencia para ayudar a prevenir el consumo de sustancias y otras enfermedades mentales relacionadas entre los adolescentes, pero, lamentablemente, casi nunca las implementan. Incluso si se demuestra en un ensayo que una intervención produce beneficios, no puede esperarse que tenga un impacto positivo si no puede ajustarse con facilidad a una variedad de condiciones de la vida real y adaptarse a las necesidades de diferentes comunidades. Por ese motivo, crear y poner a prueba intervenciones que puedan adoptarse y mantenerse es una parte importante de la cartera de investigaciones del NIDA sobre la prevención.

Si bien la inversión en la prevención no muestra retornos inmediatos, invertir en intervenciones preventivas con una visión a largo plazo puede salvar vidas y ahorrar dólares.

Dra. Nora Volkow, directora

Aquí destaco la importante labor que está llevando a cabo el NIDA y otras novedades relacionadas con la ciencia detrás del consumo de drogas y la adicción.