Es hora de comenzar a hablar de la preadicción

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Médico consultando a un paciente
@Getty Images/ sturti

Para el momento en que alguien busca ayuda para la adicción, posiblemente ya ha sufrido muchas pérdidas dolorosas en su vida. La adicción puede robarse la felicidad, el trabajo, la familia y los amigos de una persona, y puede erosionar su libertad.

La expectativa de que es necesario “tocar fondo” antes de que el tratamiento dé resultado se observa con demasiada frecuencia. Pero este es un mito que puede tener consecuencias funestas. Para entonces, el daño es consecuente y el camino hacia la recuperación es mucho más difícil. Objetivamente, el mejor momento para obtener ayuda es lo antes posible. No obstante, a menudo, cuando una persona pide ayuda temprano, la sociedad —los amigos y familiares, los compañeros de trabajo, los sistemas de cuidado de la salud— no reconoce el pedido como algo importante. Es posible que el pedido se ignore o se rechace.

En un comentario publicado hoy en JAMA Psychiatry (en inglés), Tom McLellan, del Treatment Research Institute; George Koob, director del Instituto Nacional de Alcoholismo y Abuso de Alcohol (NIAAA), y yo consideramos la posibilidad de avanzar hacia un plan que permita detectar mejor y brindar más apoyo a quienes se encuentran en las etapas iniciales de un trastorno por consumo de drogas que, sin tratamiento, puede conducir a un trastorno de salud grave: la adicción.

Para definir esta etapa temprana a la cual llamamos preadicción, proponemos considerar los criterios que definen el trastorno leve a moderado por consumo de drogas. La identificación de la preadicción como una etapa temprana de la adicción podría generar mayor atención sobre los riesgos asociados con la etapa inicial del trastorno por consumo de drogas y ayudar a organizar las políticas y los recursos de cuidado de la salud que apoyarán medidas de intervención preventivas y tempranas.

Nosotros proponemos el término preadicción porque asigna un nombre fácil de comprender a un período vulnerable en el que la atención preventiva podría ayudar a evitar consecuencias serias del consumo de drogas y a prevenir trastornos severos de consumo. Esto es similar al modo en que aconsejamos y brindamos atención para evitar enfermedades crónicas, como las enfermedades cardíacas o la diabetes, en pacientes que presentan un mayor riesgo de sufrir esas enfermedades.

El cuidado de la salud en Estados Unidos es notablemente malo (en inglés) en el ámbito de la medicina preventiva. A pesar de la muy conocida sabiduría popular de que más vale prevenir que curar, el sistema siempre ha estado estructurado para tratar enfermedades y trastornos una vez que se manifiestan, no para prevenirlos. Sin embargo, esto ha comenzado a cambiar para algunas enfermedades. Por ejemplo, ahora es práctica estándar vigilar factores de riesgo como el colesterol, la presión arterial y el índice de masa corporal durante las consultas de rutina a fin de tomar medidas para prevenir un infarto o un accidente cerebrovascular por medio de alguna combinación de medicamentos y cambios en el estilo de vida.

Esa misma mentalidad podría aplicarse a los trastornos por consumo de drogas. Ya no es necesario ni razonable hacer que las personas con problemas de drogas o alcohol “toquen fondo” antes de reconocer y abordar un trastorno por consumo de drogas. Tampoco es cierto que las personas solo considerarán el tratamiento cuando su problema llegue a ese punto. Por medio de la detección precoz y la intervención temprana —incluida la intervención breve durante las consultas de rutina— es posible alertar a las personas sobre patrones problemáticos de consumo de drogas o de alcohol que (aún) no llegan al umbral de la adicción, a veces definida como un trastorno grave por consumo de drogas.

Una de las definiciones de adicción es la incapacidad de controlar el consumo de drogas a pesar de las consecuencias adversas para la salud, incluso cuando existe el deseo de cambiar. Quienes cumplen con los criterios que definen un trastorno grave por consumo de drogas con frecuencia necesitan tratamiento y apoyos de recuperación externos. Lamentablemente, solo el 10% de las personas que podrían beneficiarse con el tratamiento lo obtienen. Sin embargo, es más fácil para una persona ejercer control —a través de la fijación de límites y una mayor toma de conciencia de su consumo de drogas— antes de llegar a ese punto.

Por ejemplo, un mayor conocimiento de los perjuicios de beber en exceso y en modalidad de atracón, aun sin un diagnóstico de trastorno por consumo de alcohol, ha alertado a los pacientes sobre hábitos no saludables que anteriormente no recibían atención porque el criterio básico de la adicción —la incapacidad de controlar el consumo— no se cumplía. Un diagnóstico de preadicción también podría servir como una alerta para el individuo sobre un patrón de conducta con consecuencias graves —pero prevenibles— para la salud y otras áreas de su vida con el tiempo. Podría crear un punto de inflexión diferente, uno que recluta al paciente en forma más activa como agente de su propia salud y bienestar.

También podría salvar vidas. El panorama actual de drogas, extremadamente peligroso, está dominado por el fentanilo, que contamina cada vez más las drogas no opioides o se vende en lugar de ellas. Incluso las personas que solo consumen drogas ocasionalmente, y hasta las que no consumen opioides, corren el riesgo de sufrir una sobredosis fatal. Es necesario contar con una herramienta para permitir que la atención rutinaria de la salud sirva como una oportunidad de detección precoz y educación sobre el peligro de las drogas contaminadas al que se enfrentan quienes consumen drogas ilícitas, incluso si solo lo hacen ocasionalmente.

Para que la asignación del término “preadicción” a los trastornos leves a moderados por consumo de drogas tenga significado real se necesitan medidas que definan y detecten el consumo de drogas que tiene significancia clínica y es susceptible de intervención temprana.  Los criterios actuales del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM) para el trastorno leve a moderado por consumo de drogas son un punto de partida, y también lo son las herramientas de detección precoz que se utilizan en la atención primaria que indagan sobre la frecuencia del consumo de drogas. Pero es necesario realizar investigaciones para caracterizar mejor las clases de consumo de drogas y los tipos de factores de riesgo individuales que generarían preocupación por una posible adicción futura y por otros problemas de salud.

Es necesario contar con una gama más amplia de intervenciones reembolsables basadas en la investigación para las personas que cumplen con los criterios de preadicción, y los médicos clínicos tendrían que saber cómo implementarlas o referir a los pacientes a especialistas apropiados. El NIDA ya está canalizando fondos sustanciales —incluso a través de la iniciativa Helping to End Addiction Long-term®, o NIH HEAL Initiative®— para ampliar la gama de tratamientos para la adicción, pero definir el diagnóstico del trastorno leve a moderado por consumo de drogas como preadicción podría crear un mercado y, de ese modo, incentivar la creación de más intervenciones para evitar desde un principio el surgimiento de la adicción. Potencialmente, esto podría incluir dispositivos y ayudas de venta libre que las personas podrían utilizar por iniciativa propia, sin necesidad de supervisión médica.

El concepto de preadicción también requeriría —y a su vez, podría facilitar— una mayor participación del público y de los médicos en la difusión de información sobre la adicción y la forma en que se desarrolla. Actualmente, los factores genéticos y conductuales de riesgo para la diabetes son bien conocidos; también lo son los indicadores clínicos de “prediabetes”, lo que facilita la intervención temprana. Lo que se necesita tremendamente es una mejor capacitación en las universidades médicas para reconocer y abordar todos los niveles de los trastornos por consumo de drogas, incluidos los que son leves pero, de todos modos, presentan el riesgo de convertirse en algo más grave.

Sin embargo, hay muchas preguntas, y tal cambio de paradigma requiere escuchar muchas perspectivas y voces diferentes. Queremos saber qué piensa el público, incluso las personas que han vivido la experiencia, y qué piensan los médicos sobre las posibles ventajas y desventajas de un concepto de preadicción. Por sobre todo, es crítico que los cambios en la práctica clínica alivien —y no exacerben— el estigma perjudicial.

Categorizar el trastorno leve o moderado por consumo de drogas como un patrón de salud conductual común y abordable podría normalizar —y de ese modo, eliminar— el estigma que existe sobre el consumo de drogas potencialmente perjudicial que no amerita las intervenciones especializadas que se requieren para tratar la adicción, y al mismo tiempo aumentar la conciencia sobre los posibles riesgos de salud de esa conducta. Sin embargo, las intervenciones deben asegurar que la etiqueta de “preadicción” no lleve a la estigmatización de las personas a quienes se les aplica. En particular, deberá existir protección legal para la divulgación del consumo de drogas a los médicos. A menos que se despenalice el consumo de drogas, el miedo a la divulgación presenta un obstáculo obvio para detectar en forma temprana y abordar el consumo de drogas que no representa un trastorno dentro del entorno médico general.

Ya sea que se genere un cambio de imagen o que aparezcan nuevas formas de pensar, es importante comprender que la adicción no es una enfermedad que surge de la noche a la mañana, sino que es un trastorno con antecedentes: un historial de consumo de drogas cada vez mayor, a menudo exacerbado por circunstancias ambientales y personales históricas y por factores genéticos de riesgo. Una mayor concienciación de las potenciales trayectorias negativas a partir del trastorno por consumo de drogas, y de las oportunidades para prevenirlas, empoderarán a quienes se encuentran en las etapas iniciales de un trastorno por consumo de drogas para frenar su agravación.

Dra. Nora Volkow, directora

Aquí destaco la importante labor que está llevando a cabo el NIDA y otras novedades relacionadas con la ciencia detrás del consumo de drogas y la adicción.