Metanfetamina

La metanfetamina es un potente estimulante de laboratorio (sintético) con un alto potencial de adicción.¹ La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por su sigla en inglés) ha aprobado la metanfetamina para el tratamiento del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), así como para el tratamiento a corto plazo de la obesidad. Está clasificada por la Administración de Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por su sigla en inglés) como un estimulante de la Lista II, lo que la hace legalmente disponible sólo a través de una receta no rellenable.

Sin embargo, la mayor parte de la metanfetamina que se consume en Estados Unidos se fabrica de forma ilícita,² y suele aparecer en forma de polvo o en una forma cristalina conocida como metanfetamina cristalina (los nombres comunes incluyen “Tina”, “ice” y “crystal meth”).

El modo de consumo más frecuente de la metanfetamina es fumándola, pero también puede ser esnifada, inyectada o administrada por vía oral³ o rectal.⁴ El consumo de metanfetamina provoca un aumento del estado de alerta y de la capacidad de hablar y una disminución del apetito, así como sensaciones de felicidad y bienestar, entre otros efectos inmediatos.¹ Sin embargo, su consumo a largo plazo puede tener efectos graves para la salud, incluida una sobredosis involuntaria. La metanfetamina también está presente en muchas personas que mueren por sobredosis de fentanilo.

Según el modo en que se consuma, los efectos de la metanfetamina pueden sentirse inmediatamente o en un plazo de 20 minutos.⁵ Cuando se fuma o se inyecta, penetra rápidamente el torrente sanguíneo y el cerebro y produce un “subidón” o euforia inmediata e intensa. Otros efectos inmediatos son el aumento de la vigilia, la autoestima, la energía y el deseo sexual, así como la disminución del apetito.^1,3,6

La euforia desaparece rápidamente, provocando un “bajón”. Algunas personas intentan evitarlo y prolongan la euforia al consumir la droga de forma repetida en forma de atracón. El consumo repetido de esta forma aumenta el riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de metanfetamina.

El consumo de metanfetamina puede tener efectos negativos inmediatos sobre la salud, como paranoia, ansiedad, aceleración del ritmo cardiaco, latidos irregulares, derrame cerebral, aumento de la presión arterial, daños renales, sobredosis no mortal (también conocida como “overamping”) o sobredosis mortal.^1,5,7,8,9

La metanfetamina afecta a muchos de los órganos y sistemas del cuerpo¹⁰ y puede causar graves problemas de salud, especialmente cuando es consumida con frecuencia. Entre ellos se incluyen:

Trastorno por consumo de sustancias

• Las propiedades únicas de la metanfetamina la hacen extremadamente adictiva.¹¹ El consumo repetido de metanfetamina puede provocar un trastorno por consumo de metanfetamina.

Otros trastornos o enfermedades mentales

• Ansiedad, confusión, insomnio y alteraciones del estado de ánimo.¹
• Síntomas de psicosis, como ver y/o escuchar cosas que no existen (alucinaciones) y creer profundamente historias o ideas falsas (delirios), incluso cuando no se está intoxicado. Se ha demostrado que el consumo excesivo de alcohol y el estrés aumentan las probabilidades de que alguien que ha experimentado psicosis asociada a la metanfetamina en el pasado vuelva a tener síntomas de psicosis.¹²

Efectos sobre la cognición (pensamiento)

• Algunos estudios han encontrado una disminución de la función cognitiva asociada al consumo prolongado de metanfetamina, incluyendo dificultades con el aprendizaje verbal y tiempos de reacción más lentos (velocidad motora reducida).¹³ Se necesita más investigación sobre el impacto del consumo de metanfetamina en la cognición.¹⁴

Otros efectos sobre la salud a largo plazo

• Aumento de las posibilidades de adquirir infecciones bacterianas, como una infección cardiaca llamada endocarditis infecciosa, a través del equipo de inyección compartido.¹⁵
• Aumento de las posibilidades de contraer el VIH o hepatitis viral a través del uso compartido de equipo de inyección o del comportamiento sexual asociado al consumo de metanfetamina.
• Acontecimientos cardiovasculares como derrames cerebrales e insuficiencia cardiaca.¹
• Caries y pérdida de dientes (“boca de metanfetamina”).¹
• Disminución de la función sexual en los hombres.^16,17

El consumo de metanfetamina puede contribuir a la transmisión de ciertos virus como el VIH o la hepatitis B y C de dos maneras:

• Compartir el equipo de inyección, incluidas las jeringas, puede transmitir el VIH y la hepatitis B y C entre las personas que se inyectan metanfetamina.¹⁵
• Debido a sus efectos sobre el deseo sexual y la autoestima, el consumo de metanfetamina puede provocar cambios en los comportamientos sexuales, como un mayor número de parejas sexuales y un menor uso de medidas de protección. Esto aumenta las posibilidades de transmisión del VIH y de la hepatitis viral.^18,19

El consumo persistente de metanfetamina es el principal factor de riesgo de contraer el VIH en las minorías sexuales y de género que tienen relaciones sexuales con hombres.²⁰ Entre los hombres gays y bisexuales, el consumo de metanfetamina junto con las relaciones sexuales es a veces conocido como “fiesta y juego” (en inglés).

El consumo de metanfetamina también hace que el tratamiento del VIH sea menos eficaz.²¹

Los programas de servicios de jeringas, que proporcionan equipos de inyección limpios a las personas que se inyectan drogas, son medidas de reducción de daños muy eficaces, ya que reducen en gran medida la propagación de enfermedades infecciosas.

El consumo de metanfetamina durante un embarazo se asocia a resultados adversos para la salud y el desarrollo, entre los que se incluyen:

• Mayor probabilidad de desprendimiento de la placenta (separación del revestimiento de la placenta del útero) y parto prematuro.^22,23
• Mayor probabilidad de aborto espontáneo y muerte infantil.²²
• Bajo peso al nacer, perímetro cefálico reducido y tamaño pequeño del recién nacido.²³
• Disminución del estado de alerta del bebé, aumento del estrés y mala calidad del movimiento.²⁴
• Retraso en el desarrollo motor (movimiento) de los niños pequeños.²⁵
• Alteración del desarrollo cerebral, que posiblemente provoque dificultades para prestar atención en la escuela.²⁶

Las investigaciones demuestran que el abandono del consumo de metanfetamina en cualquier momento del embarazo puede mejorar los resultados del parto.²⁷

La metanfetamina es una droga con un alto potencial adictivo. Puede entrar rápidamente en el cerebro y producir un intenso “subidón” o euforia que también termina rápidamente. Esto hace que la droga sea altamente potenciadora y puede hacer que una persona desee consumirla de forma repetida. En los últimos años, casi dos de cada tres personas mayores de 26 años que declararon haber consumido metanfetamina en el último año cumplían los criterios de un trastorno por consumo de sustancias.²

Las personas que tienen problemas con el consumo de metanfetamina padecen lo que se denomina un trastorno por consumo de estimulantes. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-5) -un texto de referencia que los profesionales utilizan para diagnosticar el consumo de sustancias y otros trastornos psiquiátricos- define el trastorno por consumo de estimulantes como un patrón de consumo de estimulantes que conduce a un deterioro o malestar clínicamente significativo. Esto significa que una persona ha tenido dos o más de los siguientes síntomas en un periodo de 12 meses:²⁹

• Consumir la droga en cantidades mayores o durante más tiempo de lo deseado.
• Querer reducir o regular el consumo de droga de forma persistente y sin éxito.
• Pasar mucho tiempo obteniendo, consumiendo o recuperándose de los efectos de la droga.
• Experimentar un fuerte deseo de consumir la droga (ansia).
• No poder cumplir con obligaciones importantes en el trabajo, la escuela o el hogar debido al consumo de drogas.
• Continuar con el consumo de drogas, aunque cause problemas sociales o interpersonales importantes.
• Reducir o interrumpir otras actividades debido al consumo de drogas.
• Consumir repetidamente la droga en situaciones en las que no es segura.
• Continuar con el consumo de drogas aun sabiendo que causa problemas físicos o psicológicos.
• Desarrollar tolerancia.
• Experimentar síntomas de abstinencia al dejar de consumir drogas.

Un trastorno por consumo de sustancias puede diagnosticarse como leve cuando una persona tiene dos o tres de estos síntomas, moderado si tiene cuatro o cinco de estos síntomas, o grave, con seis o más de estos síntomas. Un trastorno por consumo de sustancias grave es lo que la gente suele considerar como una “adicción”.

Después de que una persona que consume metanfetamina de manera repetida deja de tomar la droga, en poco tiempo puede experimentar síntomas de abstinencia, aunque no padezca trastorno por consumo de estimulantes. Estos síntomas alcanzan su punto álgido 2-3 días después de su último consumo y pueden durar una semana.³⁰ Estos síntomas pueden incluir:

• Depresión
• Ansiedad 
• Irritabilidad
• Dolor y malestar
• Problemas para dormir
• Antojos y
• Problemas de concentración

Después de la fase aguda de la abstinencia, una persona puede seguir experimentando un estado de ánimo bajo, ansiedad y deseos de consumir la droga durante varios meses.

No existe ningún medicamento aprobado por la FDA para el trastorno por consumo de metanfetamina o cualquier otro trastorno por consumo de estimulantes. Sin embargo, existen tratamientos conductuales eficaces. La forma de tratamiento conductual mejor estudiada para el trastorno por consumo de metanfetamina, y la más asociada con el éxito del tratamiento, es la gestión de contingencias. La gestión de contingencias ofrece a las personas pequeños incentivos tangibles, como premios, dinero en efectivo, vales o tarjetas de regalo, para ayudarles a no consumir metanfetamina y a continuar con el tratamiento.³¹ Otros enfoques de tratamiento conductual basados en pruebas son la terapia cognitivo-conductual, el apoyo en grupo y la entrevista motivacional.

El NIDA apoya la investigación para prevenir, tratar y reducir los daños asociados al consumo y trastorno por consumo de metanfetamina, incluyendo estudios que:

• Evalúan nuevos medicamentos para ayudar a las personas a reducir o interrumpir su consumo de metanfetamina, incluyendo medicamentos que ayuden a reducir el riesgo de recaída tras un periodo de abstinencia.
• Prueban la seguridad y eficacia de los medicamentos existentes para reducir el consumo de metanfetamina entre las personas con trastorno por consumo de metanfetamina solo o con trastorno por consumo de opioides.
• Evalúan los medicamentos para revertir la sobredosis de metanfetamina sola.
• Evalúan los tratamientos conductuales existentes y nuevos para el trastorno por consumo de metanfetamina.

El NIDA también apoya la investigación para comprender los impactos en la salud del consumo de metanfetamina, incluyendo cómo la reducción del consumo afecta a la salud y otros resultados.

Las investigaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) de EE.UU. muestran que la metanfetamina es la segunda droga más común en las personas que sufren una sobredosis mortal, después de los opioides sintéticos (de laboratorio). Las personas sufren sobredosis por metanfetamina sola o por una combinación de metanfetamina y otras drogas, en particular los opioides como el fentanilo y la heroína. La gente puede tomar estas drogas juntas a propósito, o pueden añadirse opioides como ingrediente oculto en la metanfetamina ilícita.³²

Debido a este riesgo, los expertos recomiendan administrar medicamentos para revertir la sobredosis de opioides como el nalmefeno o la naloxona (a veces vendidos como Narcan) a cualquier persona que experimente una respiración lenta o detenida, que pueden ser signos de una sobredosis de opioides. Las investigaciones también sugieren que los métodos de revisión del contenido de drogas, como las tiras de prueba de fentanilo, pueden ayudar a las personas a saber qué hay en su suministro de drogas antes de consumirlas.