El uso de drogas inyectables continúa siendo el principal impulsor de la epidemia de VIH y sida en todo el mundo.54 Un ejemplo reciente es la pequeña comunidad de Austin, Indiana, donde hubo 170 casos de nuevas infecciones del VIH en los ocho meses comprendidos entre noviembre del 2014 y junio del 2015 entre personas que abusaron del analgésico opioide recetado oximorfona (Opana®) administrado por inyección.6 Las personas que se inyectan drogas comparten frecuentemente las agujas y otros elementos de inyección, lo que permite la propagación de virus como el VIH y el virus de la hepatitis C (HCV).
Los medicamentos para el tratamiento de la dependencia de opioides pueden reducir la transmisión del VIH y el virus de la hepatitis C al reducir los comportamientos de riesgo por parte de quienes se inyectan drogas; también pueden mejorar la incidencia del VIH y la hepatitis C al tratar a personas que no se inyectan opioides pero que, sin tratamiento, podrían hacer la transición al consumo inyectable; además, pueden conectar a quienes están infectados con el VIH o hepatitis C al tratamiento apropiado55,56 y mejorar el cumplimiento de los tratamientos de ambas enfermedades.57,58 Estas mejoras dependen de la accesibilidad de los medicamentos contra la dependencia de opioides que puedan tener las personas que los necesitan, y de la coordinación de la entrega de esos medicamentos con los estudios de detección del VIH y la hepatitis C y su tratamiento.
El tratamiento con metadona o buprenorfina está asociado con menos conductas de riesgo por la inyección de drogas. El metaanálisis ha mostrado una reducción en los comportamientos de riesgo, incluida una reducción en el consumo ilícito de opioides (del 32% al 69%), una reducción en el consumo inyectable de la droga (del 20% al 60%) y una reducción en el uso compartido de los elementos utilizados en la inyección (del 25% al 86%).59,60 El tratamiento con naltrexona de liberación prolongada también redujo los comportamientos de riesgo para el VIH en comparación con el placebo.31
El tratamiento con metadona y buprenorfina también está asociado con índices más bajos de infección con hepatitis C en adultos jóvenes que se inyectan drogas, mientras que otros tratamientos y la desintoxicación sola no presentan esa conexión.61 El tratamiento con metadona está asociado con bajos índices de infección con el virus de la hepatitis C (HCV) en general,62 y los modelos matemáticos sugieren que puede evitar 22.6 nuevas infecciones de hepatitis C cada año por cada 100 personas tratadas que se inyectan drogas.63,64 El tratamiento con metadona también reduce los comportamientos de riesgo del VIH y las infecciones del VIH, con mejores resultados para las personas que se inyectan drogas y están en tratamiento (3.5% contrajeron el VIH, comparado con 22%), y mejores resultados para la duración más prolongada del tratamiento y su continuidad (en comparación con el tratamiento interrumpido).65–67
Un estudio comparó los efectos del tratamiento con metadona y buprenorfina sobre el riesgo de contraer el VIH por la inyección de drogas y por la conducta sexual; el resultado mostró reducciones iguales y significativas en los comportamientos de riesgo relacionados con la inyección de drogas. Las conductas sexuales de riesgo se redujeron tanto en las mujeres como en los hombres tratados con metadona, pero fueron más altas en los pacientes masculinos tratados con buprenorfina.68
Factores mitigantes
Existen varias interacciones conocidas entre los medicamentos que se usan para tratar el VIH y la hepatitis C, y la metadona y la buprenorfina.69,70 Estas interacciones podrían requerir el ajuste de la dosis o la revisión del plan de tratamiento y destacan la necesidad de que el paciente reciba una atención integrada. Por ejemplo, algunos pacientes son reacios a comenzar un tratamiento antirretroviral altamente activo (TARAA) porque les preocupa que pueda interferir con el tratamiento de metadona, por lo que quienes proveen tratamiento a estos pacientes deben considerar el ajuste de las dosis de metadona.70
La infección con hepatitis C durante el tratamiento con metadona está asociada con la continuación del consumo de drogas inyectables.71 Algunos estudios han mostrado que realizar solamente la fase de desintoxicación con metadona está asociado con índices más altos de infección con el VIH, de modo que el tratamiento continuo con este medicamento es clave para reducir la transmisión de la infección vírica.72
Posibilidad de dobles propiedades terapéuticas
Un informe reciente demuestra el potencial de la buprenorfina para contrarrestar un proceso neuroinflamatorio que ocurre en los trastornos neurocognitivos asociados con el VIH, lo que sugiere que la buprenorfina podría ser al mismo tiempo terapéutica para la dependencia de opioides y para el VIH.73,74 Los medicamentos contra la dependencia de opioides también están asociados con un mayor cumplimiento de la terapia TARAA (tratamiento antirretroviral altamente activo) para tratar el VIH.57,58 Algunos proveedores vacilan en tratar el virus de la hepatitis C en pacientes que se inyectan drogas, pero una clínica de implantación de naltrexona mostró en sus pacientes índices de respuesta virológica prolongada que eran comparables con las clínicas que trataban a pacientes que consumían drogas no inyectables.75