Los trastornos por consumo de sustancias y otros trastornos mentales tienen factores de riesgo comunes. Los factores de riesgo comunes, como las características hereditarias, los entornos sociales adversos, los traumas y el estrés, pueden contribuir al consumo de sustancias y a otros trastornos mentales. Por ejemplo, los traumas infantiles aumentan el riesgo de consumo de sustancias, de otros trastornos mentales, de suicidio y de afecciones físicas.15,16 Un análisis de los estudios existentes estimó que más del 30% de los adultos con trastorno por consumo de sustancias habían sufrido un trauma en la infancia que incluía abuso emocional, abuso sexual, negligencia emocional o negligencia física.17
Otros trastornos mentales pueden contribuir al consumo de sustancias y a los trastornos por consumo de sustancias. Los pacientes con trastornos mentales tienen un mayor riesgo de consumir sustancias.18 Hay muchos factores interrelacionados que pueden contribuir a esta circunstancia. En primer lugar, las personas que sufren ansiedad, estrés, depresión o dolor pueden consumir drogas para intentar sentirse mejor, especialmente si no tienen acceso a cuidados de salud mental.19 Aunque algunas sustancias pueden reducir temporalmente los síntomas de un trastorno mental, también pueden empeorarlos, tanto inmediatamente como a largo plazo.1
Los posibles problemas por consumo de sustancias pueden implicar cambios en los circuitos cerebrales similares a los de algunos trastornos mentales. Por ejemplo, las investigaciones sugieren que el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se asocia a los mismos cambios cerebrales que los relacionados con el ansia de consumir drogas.20,21 Esto puede explicar por qué los pacientes tanto con trastornos por consumo de sustancias como con TDAH suelen manifestar un mayor deseo de consumir drogas.22,23,24
El consumo de sustancias puede contribuir al desarrollo de trastornos mentales y empeorarlos. El consumo de sustancias puede provocar cambios en algunas de las mismas áreas cerebrales que se alteran en otros trastornos mentales, como la esquizofrenia, la ansiedad, el estado de ánimo o los trastornos del control de los impulsos.2 Por ejemplo, las pruebas sugieren que el consumo de cocaína puede empeorar los síntomas del trastorno bipolar y contribuir a la progresión de esta enfermedad).25 Algunas pruebas han relacionado el consumo de cannabis con un inicio más temprano de la psicosis en personas con factores de riesgo genéticos de trastornos psicóticos, incluida la esquizofrenia, así como con un empeoramiento de los síntomas en personas que ya padecen estas enfermedades26