Los hombres mayores de raza negra son afectados de forma desproporcionada por la crisis de las sobredosis

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Older black man smiling and hugging a woman while standing outside on the front porch of a home with a group of people
©Getty Images/xavierarnau

El sábado 31 de agosto es el Día Internacional de Concienciación sobre la Sobredosis (en inglés), en un momento en el que recordamos de forma colectiva a los que han perdido la vida a causa de una sobredosis de drogas, apoyamos a los que lamentan esas pérdidas y ofrecemos apoyo a los que buscan recuperarse de la adicción. También es una oportunidad para compartir nuevos conocimientos sobre la crisis de las sobredosis y las estrategias para afrontarla. Este año hay muy buenas noticias: Los datos provisionales de los CDC (en inglés) muestran que, en general, las muertes por sobredosis descendieron un 7,5% en los 12 meses que finalizaron en marzo de 2024, el mayor descenso en décadas. Es motivo de optimismo. Pero por desgracia, para algunos grupos, seguimos viendo sólo una mayor escalada de la crisis de sobredosis.

Un artículo reciente del New York Times (en inglés) destacaba la trágica epidemia de muertes por sobredosis entre los hombres negros mayores de Baltimore. Es una ciudad que se ha visto especialmente afectada por la crisis de las sobredosis, pero la tendencia también es visible en todo el país. Aunque las personas blancas y negras consumen drogas en proporciones similares, las sobredosis mortales han aumentado en la población negra a un ritmo mucho mayor que en otros grupos durante la última década, y varios estudios recientes han documentado tasas especialmente elevadas de muertes por sobredosis entre hombres negros mayores (en inglés).

El fentanilo, que suele combinarse con estimulantes, está provocando un aumento de las muertes por sobredosis en la mayoría de los grupos demográficos. En todos los grupos, los hombres corren un mayor riesgo de sobredosis que las mujeres, pero otros factores adicionales, como las disparidades de salud relacionadas con la edad, el aislamiento social y la exposición durante toda la vida al racismo estructural, pueden estar confluyendo para producir el aumento de las sobredosis especialmente entre los hombres negros mayores, y esto señala la necesidad urgente de intervenir.

Un análisis del NIDA descubrió que entre 2015 y 2023 (datos provisionales), se produjo un aumento de casi 5 veces en las muertes por sobredosis entre los hombres negros no hispanos de 55 años o más (figura). En 2023, las muertes en esa categoría demográfica eran casi el triple de la media nacional para ese grupo de edad. La mayor proporción de estas muertes, y los aumentos más pronunciados, tuvieron que ver con el fentanilo y la cocaína. La tasa de sobredosis en los hombres negros mayores es notablemente superior a la de los hombres negros en general.

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Se está observando un aumento del consumo de drogas y de los problemas con las drogas en las personas mayores de todas las razas y etnias. En las dos últimas décadas, las admisiones a tratamiento por consumo de sustancias han aumentado entre las personas de 50 años o más. En los adultos mayores, la probabilidad de consumo problemático de opioides aumenta debido a las enfermedades crónicas (en inglés), y el dolor (en inglés) puede ser un factor especialmente importante. El dolor crónico es prevalente entre los adultos mayores, y el tratamiento para el dolor es menos eficaz (en inglés) en este grupo de edad que en las personas más jóvenes; tiene un impacto negativo en la calidad de vida y es un factor de riesgo para el deterioro cognitivo y la muerte prematura.

A medida que las personas envejecen, pueden empezar a perder a sus parejas y contactos sociales. Un informe (en inglés) reciente de las Academias Nacionales (en inglés) identificó el aislamiento social como uno de los principales factores que contribuyen a la enfermedad y a la mala calidad de vida de las personas mayores; afecta especialmente a los hombres, que tienden a tener menos apoyos sociales en la tercera edad que las mujeres. La soledad y el aislamiento social son factores de riesgo bien conocidos para el consumo de sustancias, y en un análisis de los hábitos de consumo de sustancias entre las personas mayores con distintos grados de conexión social y soledad percibida, los que vivían solos y se sentían solos (en inglés) tenían las tasas más altas de consumo de drogas no médicas. Aunque los adultos mayores negros e hispanos tienen menores probabilidades de aislamiento social (en inglés) que los adultos mayores blancos, así como menores tasas de consumo de alcohol, un análisis (en inglés) de las muertes por sobredosis entre adultos mayores y de mediana edad en Illinois identificó un perfil común de hombres socialmente aislados, en su mayoría de raza negra, que tenían alcohol en su organismo cuando murieron.

Es probable que las disparidades de salud y otras disparidades sociales contribuyan al aumento de las tasas de sobredosis entre los hombres negros mayores. Las personas negras sufren discriminación y prejuicios implícitos en los entornos de atención de salud, incluidos tiempos de espera significativamente más largos para el tratamiento de urgencia de problemas de salud. Los pacientes negros suelen recibir un tratamiento insuficiente para el dolor, en comparación con los pacientes blancos. Esta discriminación va unida a otros determinantes sociales de la salud, como los entornos urbanos con escasos recursos, la inestabilidad de la vivienda y la inseguridad alimentaria, que pueden contribuir a unas tasas más elevadas de mortalidad prematura y a una mayor carga de enfermedades crónicas. La mortalidad excesiva por causas como afecciones cardiacas, cáncer, agresiones, enfermedades cerebrovasculares y diabetes también es mayor entre los hombres negros.

La discriminación afecta a la salud mental. Un análisis de los datos de la Encuesta epidemiológica nacional sobre el alcohol y las afecciones relacionadas descubrió que la discriminación de las personas negras (en inglés) estaba asociada a mayores probabilidades de consumo de drogas ilícitas. Junto con otros grupos de minorías como los indios americanos, las personas negras tienen menos probabilidades que las blancas de iniciar un tratamiento por consumo de sustancias (en inglés) o de permanecer en él. Las personas negras que buscan tratamiento contra la adicción se enfrentan a mayores retrasos (en inglés) para obtenerlo que las personas blancas, y tienen muchas menos probabilidades (en inglés) que los pacientes blancos de que se les recete buprenorfina, la cual reduce significativamente el riesgo de muerte por sobredosis. Por desgracia, incluso cuando las personas negras mayores reciben tratamiento por consumo de sustancias, tienen más probabilidades que las personas blancas de que el centro de tratamiento ponga fin a (en inglés) su tratamiento.

La discriminación estructural no es nada nuevo. La mayor devastación que el fentanilo está causando en los barrios y comunidades negras como Baltimore podría reflejar en parte patrones arraigados de desventaja económica e impactos de la adversidad en la salud mental, una señal reemergente que había quedado temporalmente ahogada por las muertes por sobredosis de personas blancas que dominaron las estadísticas y los titulares durante las dos primeras décadas de la epidemia de opioides. Las tasas de muertes por sobredosis entre los hombres negros mayores han sido sistemáticamente superiores a las de cualquier otro grupo racial/étnico de la misma edad y se han acelerado tanto o más que en otros grupos durante casi una década.

En un artículo de 2015 ampliamente citado (en inglés), los economistas de Princeton Anne Case y Angus Deaton argumentaron que el aumento de las dificultades económicas de las personas blancas sin estudios universitarios en los años 1999-2013 contribuyó a aumentar la mortalidad en este grupo por sobredosis de drogas, suicidio y enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol, lo que se dio en llamar “muertes por desesperanza.” Sin embargo, la desventaja económica ha sido durante mucho tiempo la realidad de los grupos minoritarios, cuyas mayores probabilidades de adicción y sus consecuencias quedaban en la sombra o eran ignoradas. Hasta 2001, las muertes por sobredosis entre las personas de raza negra eran sistemáticamente mucho más elevadas que entre las personas de raza blanca; sin embargo, en aquella época, el problema de las drogas en las comunidades negras se enmarcaba como un problema de delincuencia y desviación, no se legitimaba a través de un prisma como el de la desesperación. Las tasas de sobredosis entre los negros volvieron a superar a las de los blancos en 2020.

La situación seria de Baltimore que puso de relieve el New York Times parece ser un problema a escala nacional, y está claro que se trata de un problema complejo que tiene muchos factores en juego que se entrecruzan. La investigación por sí sola no puede resolverlo, pero es necesario comprender las razones por las que la peligrosa oferta actual de drogas ilícitas afecta de forma desproporcionada a esta población. ¿Hay algo más que los factores de riesgo aditivos de ser hombre, negro y mayor? También necesitamos comprender cómo la mayor carga de enfermedades potencialmente concurrentes, incluido el dolor, puede afectar al riesgo de sobredosis en este grupo, así como la forma en que su consumo de opioides puede cruzarse con el consumo de otras sustancias. Al contestar a estas preguntas podremos orientar el desarrollo y la aplicación de estrategias de prevención, tratamiento y reducción de daños adaptadas para estas comunidades.

Históricamente, la investigación sobre prevención se ha centrado principalmente en niños, adolescentes y adultos jóvenes, pero junto con el aumento de las sobredosis relacionadas con los opioides en personas mayores de la mayoría de los grupos raciales y étnicos, el incremento del consumo de otras drogas como el cannabis en adultos mayores pone de manifiesto la necesidad de diferentes tipos de intervenciones. Esto podría incluir intervenciones para prevenir el uso indebido de opioides o la transición del uso indebido al uso indebido específicamente en adultos mayores que toman opioides para el dolor crónico. También podría incluir intervenciones de salud pública dirigidas a abordar el aislamiento social y la soledad en las personas mayores, lo que podría tener beneficios para una amplia gama de resultados de salud física y mental más allá del consumo de sustancias y sus consecuencias.

Comprender los factores estructurales que afectan a la salud de los grupos menos atendidos, tanto en el sistema de atención de salud como en las comunidades, es un objetivo primordial de la investigación que el NIDA está financiando como parte de su Iniciativa de Equidad Racial. Esta investigación puede ayudar a aclarar las barreras que dificultan el acceso a los servicios de consumo de sustancias en las comunidades negras e informar sobre el desarrollo de enfoques para superarlas.

El Programa de Investigación Intramural (IRP, por su sigla en inglés) del NIDA, que se encuentra en Baltimore, ya está liderando varias iniciativas de divulgación e investigación de base comunitaria dirigidas tanto a comprender mejor como a prevenir las sobredosis mortales en la ciudad. Por ejemplo, junto con el Centro para la Equidad de la Salud de Maryland de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland, el IRP del NIDA se está asociando con peluquerías de la comunidad para ofrecer educación sobre sobredosis y distribución de naloxona en lugares frecuentados y de confianza para los clientes negros. El análisis de muestras de pelo barridas de los suelos de estas barberías se está utilizando para controlar los niveles de fentanilo en estos barrios de Baltimore de forma totalmente anónima, un enfoque novedoso que podría informar sobre cómo se dirigen las intervenciones en estas comunidades.

Acabar con la epidemia de sobredosis, especialmente para los grupos más afectados como los hombres negros mayores, no será fácil. Requerirá un trabajo coordinado en el que participen los proveedores de servicios de salud, las coaliciones comunitarias, los responsables políticos y, lo que es más importante, las personas que han vivido y viven el consumo de sustancias. Los investigadores también serán esenciales, tanto para desarrollar intervenciones nuevas y mejoradas como para demostrar cómo pueden desplegarse eficazmente para que lleguen a las personas que las necesitan.

Dra. Nora Volkow, directora

Aquí destaco la importante labor que está llevando a cabo el NIDA y otras novedades relacionadas con la ciencia detrás del consumo de drogas y la adicción.