La tasa de incidencia de endocarditis infecciosa -una inflamación de las válvulas cardiacas rara, pero con frecuencia mortal- entre los pacientes con trastornos por consumo de cocaína u opiáceos aumentó de 2011 a 2022, y el incremento más pronunciado se produjo de 2021 a 2022, según informa un nuevo estudio. Los resultados del estudio refuerzan la evidencia de que la endocarditis es un problema de salud importante y cada vez mayor para las personas que se inyectan drogas. También demuestran que este riesgo se ha exacerbado durante la pandemia del COVID-19.
Entre los pacientes con alguno de los dos trastornos por consumo de sustancias, los que fueron diagnosticados clínicamente con el COVID-19 se enfrentaron a un mayor riesgo de un nuevo diagnóstico de endocarditis así como de hospitalización después de este diagnóstico en comparación con los que no tenían el COVID-19. A lo largo de los 12 años, la tasa de endocarditis fue de tres a ocho veces mayor en los pacientes con trastorno por consumo de opiáceos y cocaína en comparación con los que no lo padecían.
Los descubrimientos también mostraron que las personas negras e hispanas se enfrentaban a un riesgo menor de endocarditis asociada al COVID-19 que las personas blancas no hispanas. Los autores señalan que esto es consistente con una mayor prevalencia del consumo de drogas inyectables en las poblaciones blancas no hispanas, en comparación con las poblaciones negras o hispanas. El estudio se publica hoy en Molecular Psychiatry, financiado por agencias de los Institutos Nacionales de Salud y dirigido por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por su sigla en inglés).
"Las personas con trastorno por consumo de sustancias ya se enfrentan a grandes impedimentos para recibir la atención médica adecuada debido a la falta de acceso y al estigma", afirmó la directora del NIDA y coautora del estudio, la doctora Nora D. Volkow. "Técnicas probadas como los programas de servicio de jeringuillas, que ayudan a las personas a evitar la infección por el material de inyección re-usado o compartido, pueden ayudar a prevenir esta condición que suele ser mortal y costosa."
Una de cada 10 de las hospitalizaciones por endocarditis está asociada al consumo de drogas inyectables, y estas cifras siguen aumentando. Muchas drogas pueden inyectarse, como la cocaína, la metanfetamina y opiáceos como la heroína y el fentanilo. El acceso inadecuado a equipos de inyección estériles es común y eleva drásticamente el riesgo de infección en las personas que consumen drogas. El VIH y la hepatitis también pueden transmitirse a través de la reutilización de los equipos de inyección y representan un riesgo para la salud.
La Dra. Volkow del NIDA y un equipo de científicos de la Universidad Case Western Reserve de Cleveland, Ohio, analizaron los datos de los historiales médicos electrónicos de más de 109 millones de pacientes únicos obtenidos entre enero de 2011 y agosto de 2022. Los datos de los pacientes procedían de 77 hospitales de todas partes del país, abarcando diversas ubicaciones geográficas, grupos de edad, grupos raciales y étnicos, niveles de ingresos y tipos de seguro. Para garantizar la privacidad, los historiales médicos electrónicos se desidentificaron.
Los investigadores descubrieron que, en 2011, había cuatro casos de endocarditis al día por cada millón de personas con trastorno por consumo de opiáceos. En 2022, esta tasa aumentó a 30 casos al día por cada millón de personas con trastorno por consumo de opiáceos. En el caso de las personas con trastorno por consumo de cocaína, los casos aumentaron de cinco por cada millón de personas con trastorno por consumo de cocaína en 2011 a 23 casos en 2022.
Un diagnóstico clínico del COVID-19 duplicó el riesgo de un nuevo diagnóstico de endocarditis en pacientes con trastorno por consumo de cocaína o de opiáceos. Entre estos pacientes, el riesgo de hospitalización en los 180 días después del diagnóstico de endocarditis fue de aproximadamente 68% en los pacientes con el COVID-19, en comparación con 59% en los que no lo tenían. Además, el riesgo de mortalidad en los 180 días después de un nuevo diagnóstico de endocarditis fue del 9% en los pacientes con el COVID-19, en comparación con el 8% en los que no lo tenían.
"A medida que se desarrolla la comprensión científica del COVID de largo plazo, ahora podemos incluir la endocarditis como uno de los efectos a largo plazo sobre los sistemas de órganos clave para las personas que se inyectan drogas. Nuestro estudio es uno de los primeros en demostrarlo", afirmó el doctor Rong Xu, profesor de informática biomédica en Case Western Reserve y coautor de este estudio. "Es fundamental que sigamos vigilando los amplios efectos a largo plazo del COVID-19 en las personas que consumen drogas".
Para obtener más información sobre los programas de tratamiento de drogas y salud mental disponibles en su área, llame a la línea de ayuda nacional gratuita y confidencial 1-800-662-HELP (4357) o visite www.FindTreatment.gov.
Referencia: R Xu, et al. Association of COVID-19 with endocarditis in patients with cocaine or opioid use disorders in the US. Molecular Psychiatry. DOI: 10.1038/s41380-022-01903-1 (2022).
Acerca de los trastornos por consumo de sustancias: Los trastornos por consumo de sustancias son afecciones crónicas y tratables de las cuales las personas se pueden recuperar. En 2020, más de 40 millones de personas en los Estados Unidos padecían de al menos un trastorno por consumo de sustancias. Los trastornos por consumo de sustancias se definen en parte por el consumo continuado de sustancias a pesar de las consecuencias negativas. También es un trastorno recurrente, en el que los periodos de abstinencia (no consumir sustancias) pueden ir seguidos por un regreso al consumo. El estigma puede hacer que las personas con trastornos por consumo de sustancias sean menos propensas a buscar tratamiento. Utilizar el lenguaje preferido puede ayudar a informar con precisión sobre el consumo de sustancias y la adicción. Vea la guía del NIDA disponible en línea.
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Acerca del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA): El NIDA forma parte de los Institutos Nacionales de la Salud, una dependencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. El NIDA patrocina la mayor parte de la investigación mundial sobre el impacto que el consumo de drogas y la drogadicción tienen sobre la salud. El Instituto conduce una gran variedad de programas para orientar políticas, mejorar la práctica y avanzar en el conocimiento científico de la adicción. Para obtener más información sobre el NIDA y sus programas, visite www.nida.nih.gov.
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