El estigma que recae sobre quienes sufren trastornos por consumo de drogas es un conjunto de actitudes y estereotipos negativos que pueden crear barreras para el tratamiento y hacer que los trastornos empeoren.1 Si bien los trastornos por consumo de drogas son problemas médicos crónicos y tratables, los estudios indican que quienes los sufren a menudo enfrentan estigma y discriminación, en parte porque las demás personas no comprenden esos trastornos o no saben cómo pueden tratarse en forma eficaz.
Muchas personas no saben que un trastorno por consumo de drogas es el resultado de cambios en el cerebro que hacen que el consumo se vuelva compulsivo (difícil o imposible de interrumpir sin el apoyo adecuado).2 Algunas personas con trastornos de consumo graves pueden volverse agresivas, mentir o robar para respaldar su problema de drogas o durante la abstinencia. Estos comportamientos pueden alejarlas aún más de familiares o amigos y de la sociedad, y reforzar ciertos estereotipos negativos que rodean el consumo de drogas.1 Es importante destacar que las conductas compulsivas y los cambios del cerebro en los trastornos por consumo de drogas no son necesariamente permanentes. Las personas pueden recuperarse, y de hecho lo hacen, especialmente con la ayuda de tratamiento.3,4
Hay muchos motivos por los cuales una persona puede ser más susceptible a sufrir un trastorno por consumo de drogas, entre ellos factores genéticos y sociales que pueden estar fuera de su control.2 Aun así, muchas personas ven la adicción como una falta moral.5 En consecuencia, pueden sentir miedo y enojo hacia alguien que sufre un trastorno por consumo de drogas, incluso si se trata de un familiar o un amigo.6 Para muchos, puede ser difícil ver —y ayudar— a la persona más allá de la enfermeda.