El consumo de heroína aumenta el riesgo de exposición al VIH, la hepatitis vírica y otros agentes infecciosos a través del contacto con sangre o líquidos corporales (semen, saliva) infectados que ocurre cuando se comparten jeringas y elementos de inyección que utilizó una persona infectada, o a través del contacto sexual sin protección con una persona infectada. Aspirar o fumar heroína no elimina el riesgo de contraer enfermedades infecciosas como la hepatitis o el VIH/sida porque las personas que están bajo la influencia de las drogas asumen conductas de riesgo—sexuales y de otro tipo—que las pueden exponer a estas enfermedades.
Las personas que se inyectan drogas constituyen el grupo con mayor riesgo de contraer hepatitis C (HCV) y continúan alimentando la epidemia creciente de HCV: cada persona que se inyecta drogas y está infectada con el HCV podría posiblemente contagiar a otras 20 personas.21 De las 30,500 nuevas infecciones de hepatitis C (HCV) que ocurrieron en Estados Unidos en el 2014, la mayoría de los casos fueron entre personas que se inyectaban drogas.22
La infección de hepatitis B (HBV) en las personas que se inyectan drogas se reportó en un nivel de hasta un 25% en Estados Unidos en el 2014,22 lo que es particularmente desalentador ya que existe una vacuna eficaz que protege contra la infección del virus de la hepatitis B. Actualmente no existe una vacuna para proteger contra la infección del virus de la hepatitis C.
El consumo de drogas, la hepatitis viral y otras enfermedades infecciosas, las enfermedades mentales, las disfunciones sociales y el estigma son a menudo elementos concurrentes que se afectan recíprocamente entre sí, creando problemas de salud más complejos que requieren planes de tratamiento integrados y personalizados para satisfacer todas las necesidades de un paciente. Por ejemplo, las investigaciones financiadas por el NIDA han determinado que el tratamiento del trastorno por abuso de drogas conjuntamente con programas comunitarios de información y prevención del VIH pueden ayudar a las personas que se drogan a modificar las conductas que las ponen en riesgo de contraer el VIH y otras enfermedades infecciosas. Estas estrategias pueden reducir el consumo de drogas y los comportamientos de riesgo asociados con las drogas—tales como compartir agujas o tener conductas sexuales poco seguras—y, consecuentemente, reducir el riesgo de exposición al VIH/sida y a otras enfermedades infecciosas.