Sí. La mayoría de los fumadores consumen tabaco habitualmente porque son adictos a la nicotina. La adicción se caracteriza por la búsqueda compulsiva y el consumo de la droga, aún a la luz de las consecuencias negativas para la salud. La mayoría de los fumadores quiere dejar de fumar, y cada año la mitad de ellos se propone dejar de fumar en forma permanente; sin embargo, solo un 6% alcanza esa meta.25 La mayoría debe hacer varios intentos hasta dejar de fumar en forma permanente.22 El uso de fármacos como la varenicilina y algunos antidepresivos (como el bupropión) y las terapias de reemplazo de nicotina son de gran utilidad en muchos casos (véase "¿En qué consisten los tratamientos para la dependencia del tabaco?" 26
Cuando se administra nicotina, la liberación transitoria de endorfinas en los circuitos de gratificación del cerebro genera un estado de euforia leve y momentánea. Este estado de euforia es mucho más breve que el asociado con otras drogas. Sin embargo, al igual que otras drogas adictivas, la nicotina incrementa los niveles del neurotransmisor dopamina en estos circuitos de recompensa,20,21,27 lo que refuerza la conducta de consumir la droga. La exposición repetida altera la sensibilidad de estos circuitos a la dopamina e induce cambios en otros circuitos del cerebro vinculados al aprendizaje, al estrés y al autocontrol. En muchos consumidores de tabaco, los cambios que se producen en el cerebro a largo plazo como consecuencia de la exposición continua a la nicotina generan adicción, la cual conlleva síntomas de abstinencia cuando la persona no fuma y hace que sea difícil dejar de fumar.28,29
Las propiedades fármacocinéticas de la nicotina —es decir, la forma en que el organismo procesa esta sustancia— contribuyen a su adicción.24 Cuando el humo del cigarrillo ingresa en los pulmones, pasa al torrente sanguíneo y llega rápidamente al cerebro, de modo que la nicotina alcanza su nivel máximo a los 10 segundos de la inhalación. Pero los efectos agudos de la nicotina también se disipan con rapidez, junto con la sensación gratificante que produce; la brevedad de este ciclo impulsa al fumador a seguir dosificándose para mantener los efectos placenteros y evitar los síntomas de abstinencia.30 La abstinencia se produce como resultado de la dependencia, cuando el organismo se acostumbra a la presencia de la droga en el sistema. Cuando el consumidor habitual experimenta la falta de nicotina por un largo período comienza a sentir irritabilidad, deseo de consumir la droga, depresión, ansiedad, déficit cognitivo y de atención, trastornos de sueño y aumento del apetito. Estos síntomas de abstinencia pueden comenzar a las pocas horas de haber fumado el último cigarrillo e impulsan al fumador a volver rápidamente a consumir tabaco.
Cuando una persona deja de fumar, los síntomas de abstinencia se mantienen intensos los primeros días posteriores al último cigarrillo fumado y, por lo general, disminuyen en unas pocas semanas.31 Sin embargo, en algunas personas los síntomas persisten durante meses, y la intensidad de los síntomas de abstinencia pareciera estar influida por los genes de cada individuo.30,31
Además de los efectos placenteros, la nicotina también estimula algunos aspectos cognitivos, como la capacidad para mantener la atención y memorizar la información. No obstante, a largo plazo, el fumar se asocia con la disminución cognitiva y el riesgo de contraer la enfermedad de Alzheimer, lo cual sugiere que las mejoras que produce la nicotina a corto plazo no se compensan con las consecuencias a largo plazo para el funcionamiento cognitivo.32 Además, las personas con abstinencia de nicotina tienen déficits neurocognitivos, como problemas de atención o memoria.33 Se reconoce cada vez más que estos síntomas neurocognitivos de abstinencia son los que contribuyen a seguir fumando.34 Un pequeño estudio sugirió también que la abstinencia puede afectar el sueño de los fumadores muy dependientes, lo cual puede contribuir adicionalmente a las recaídas.35
Además del impacto de la droga en múltiples neurotransmisores y sus receptores,30 existen muchos factores conductuales que pueden afectar la intensidad de los síntomas de abstinencia. Para muchos fumadores, el tocar, oler y mirar un cigarrillo, junto con el rito que implica conseguirlo, tomarlo, encenderlo y fumarlo, son todos factores que se asocian con los efectos placenteros del cigarrillo y pueden agudizar los síntomas de abstinencia o el deseo intenso de fumar.36 Los procesos de aprendizaje del cerebro asocian estas señales con la producción de dopamina inducida por la nicotina en el sistema de recompensa del cerebro,21 algo similar a lo que ocurre con otras adicciones. Las terapias de reemplazo de nicotina como las gomas de mascar, los parches y los inhaladores, así como otros medicamentos aprobados para tratar la adicción a la nicotina, contribuyen a aliviar los aspectos fisiológicos de la abstinencia37–39 (véase "¿En qué consisten los tratamientos para la dependencia del tabaco?"); no obstante, los deseos intensos de fumar a menudo persisten debido a lo potente que suelen ser estas señales. Las terapias conductuales ayudan a los fumadores a identificar los disparadores ambientales de la compulsión, aplicar estrategias para evitarlos y manejar los sentimientos que surgen cuando no se pueden evitar.40,41
¿Qué otras sustancias químicas contribuyen al tabaquismo?
Las investigaciones indican que es probable que la nicotina no sea el único componente que promueve la adicción.
El fumar está asociado a una marcada disminución en los niveles de monoaminooxidasa (MAO), una enzima importante que se encarga de la descomposición de la dopamina, así como a una reducción de la MAO en puntos de contacto específicos del cerebro.42 Este cambio probablemente sea provocado por algunos componentes del humo del tabaco que aún no se han identificado −además de la nicotina−, porque sabemos que la nicotina de por sí no produce grandes alteraciones en los niveles de MAO. Las investigaciones en animales sugieren que la inhibición de la MAO aumenta las propiedades reafirmantes de la nicotina, pero se necesitan más estudios para determinar si la inhibición de la MAO afecta la dependencia del tabaco en los seres humanos.42
Los estudios en animales también demostraron que el acetaldehído −otro componente químico del humo del tabaco creado por la combustión de los azúcares añadidos como endulzantes− aumenta drásticamente las propiedades de refuerzo conductual de la nicotina y puede también contribuir a la adicción al tabaco.43